La elección presidencial de 2024 culminó con éxito “le mise en scene”, la puesta en escena con cuyas luces y sombras el ingenio político del Presidente Andrés Manuel López Obrador camufló el proceso de la sucesión
Por José Fonseca
El inicio legal del proceso de la elección presidencial de 2024 culminó con éxito “le mise en scene”, la puesta en escena con cuyas luces y sombras el ingenio político del Presidente Andrés Manuel López Obrador camufló el proceso de la sucesión con que revivió la histórica tradición del dedazo utilizado por sus antecesores del partido que gobernó México casi todo el siglo 20.
El primer paso fue convocar a los protagonistas de “le mise en scene” a una cena durante la cual, como todo genial director de escena, nombró a los seis actores del drama de la sucesión, les leyó el guión y, de paso, al decirles que “allá afuera no hay nada, sólo derrota” les advirtió de las consecuencias de la indisciplina.
Cinco de los actores asumieron entusiasmados su rol, sabedores de que eran comparsas del drama en que el Presidente designaría a la doctora Claudia Sheinbaum como la candidata presidencial de Morena y, como en los años dorados del siglo pasado, reforzar la percepción de que el escogerla no sólo designada a la candidata oficial, designaba a quien sería la próxima Presidenta de México.
Al mismo tiempo, desde su privilegiado espacio propagandístico de la mañanera en el Salón Tesorería de Palacio Nacional, el Presidente López Obrador empezó a machacar y machacar la consigna de que “le mise en scene” era una real disputa por la candidatura y no la simulación para ocultar el dedo divino que ungiría a la Candidata.
El aparato propagandístico del Gobierno fue tan exitoso que muchos empezaron a difundir las actividades de quienes peyorativamente fueron identificados como “Las Corcholatas” y éstas, fieles a la moraleja sajona “fake it till you make it”, actuaron como si creyeran que la competencia era real y que por alguna mágica circunstancia el Presidente cambiaría de opinión.
Pero la satisfacción presidencial porque en la opinión informada tantos fingieron creer real la disputa, paradójicamente, tuvo como consecuencia que alguien hizo creer a Marcelo Ebrard que podía cambiar el juego y cometió el error de hacer del Día del Destape el día del inconforme Ebrard y no de la Candidata.
Los rápidos reflejos presidenciales forzaron a otra cena con la élite del Partido Oficial. Ahí, como en el Jordán bíblico, con voz potente dijo: “esta es mi predilecta”. Y paradójicamente, el affaire lo utilizará una vez más para demostrarle a la Candidata, al morenismo y a los adversarios que, contra la leyenda de politólogos, él ha reforzado la percepción de que, sin él, sin su popularidad, carisma y control de todos los instrumentos del Poder, será imposible el triunfo en la elección de 2024.
Al caminar hacia Palacio con el brazo protector sobre el hombre de la Candidata, el Presidente también envió el mensaje de que, como nunca antes, su Poder no disminuye con el destape. Al contrario, ha creado todas las condiciones para que, también como nunca antes, la Candidata y el Partido sepan que sin el carisma y popularidad del Presidente y, obvio sin el inmenso poder que ha concentrado, todos dependen de él.
En esas condiciones ya sabe la candidata del Frente opositor Xóchitl Gálvez y los dirigentes partidistas y de organizaciones que la respaldan que durante los próximos nueve meses y 21 días no enfrentarán a la doctora Claudia Sheinbaum, enfrentarán al Presidente López Obrador y todas las herramientas legales e ilegales a disposición del Gobierno de la República.
Y el México real estará en la encrucijada.